31 de marzo de 2011

Ruido acompasado

El ruido acompasado


“Tictac”, el reloj sonó,
“Tictac”, y no se paró.

Fue un te amo tan tierno
tembló hasta  el infierno.
Le respondí – te quiero,
te adoro, te necesito-.

Tanto calor en pleno invierno,
eran unos segundos eternos.
Le besé, fue tan fiero;
no podría ser descrito.

“Tictac”, sonó al infinito,
“Tictac”, se convirtió en un rito.

Escribo esto en el cuaderno
desde lo más interno
de mi corazón de acero
enamorado y maldito.

Fue como saltar al averno
desde el pico más externo.
Le di mi amor entero,
Por poco no lo grito.

“Tictac”, ¡ay¡ reloj bendito,
“Tictac”, eres para mí un mito.

Fuiste el que no me dejó razonar,
fuiste el que mi vida pudo cambiar,
fuiste y serás siempre tan singular,
tu “Tictac” no lo podré olvidar.

La muerte

Temida, dulce, egoísta y lenta muerte,
no espero el momento de poder verte.
Eres traicionera a nadie adviertes,
a nadie con tu sucio juego diviertes…

Eres esa maldita y constante mala suerte
que hace sufrir hasta al más fuerte.
Sin dejar ni si quiera que despierte,
haciendo que el más sabio se desconcierte